sábado, 10 de noviembre de 2007

La discusión de los Saduceos con Cristo

Domingo 11 de Noviembre 2007- XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (XX; 27-38)
En aquel tiempo:
Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos ha ordenado: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?»
Jesús les respondió: «En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor “el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él».
Palabra del Señor.
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Reflexión
San Ambrosio dice que los Saduceos eran “la parte más detestable de los Judíos”. A Bossuet le llama la atención que estos saduceos hagan una pregunta tan carnal, inclinada a los placeres de la carne, tan mundana, frente a Jesús; porque a ellos no les interesaba tanto lo que decía la Ley...¡si ni siquiera la respetaban! Eran unos laxos. Sólo preguntan porque les interesaba saber la parte mundana.

Aunque Jesús no hace caso a esta mundanidad, sino que les responde igual, como diciéndoles “yo sé que quieren saber”. Por que les responde con la ley. Ellos lo llamaron “Maestro”, por lo tanto él responde como tal, como lo llamaron, es decir, como “Maestro. ¡Se conocía la Ley mejor que ellos, mil veces más!. Ellos parten citando el Deuteronomio, y Jesús le cita también el Antiguo Testamento.

La pregunta de los saduceos es muy mala. En verdad no logra engañar a Jesús. Ni cerca. Es muy ignorante, parecida a la que le hacen a los cristianos el mundo contemporáneo: “¿por qué el Vaticano tiene tanta plata y no la da a los pobres?”, “¿por qué los curas no se casan?”, “¿por qué la Iglesia no deja a las mujeres ser sacerdotes?” etc, etc., y un largo etcétera.
Son malas estas preguntas. Por dos razones: 1º Por que se responden muy fácil, basta ocncoer un poquito la Escritura para darles respuesta, y 2º Por que son preguntas que no tienen la intención de ser respondidas, a menos que se les responda lo que ellos quieren.
No hay espíritu de Verdad.
Pero Cristo no los deja sin respuesta. Les responde igual. Así tenemos que hacer nosotros también. Darles respuestas, y buenas respuestas, aunque no quieran escucharla. Debemos cumplir con lo que nos corresponde a nosotros: nosotros sabemos la respuesta, peor si el otro no la quiere recibir, será otro problema, de él con Dios.

Hay que responder para tratar de enderezarles la intención: moverla de la carnal, mundano, a lo espiritual y celeste, divino.
Si nos preguntan sobre estos temas, tenemos que responderles con la Verdad, esa Verdad de Dios: El Vaticano no da la plata por que es para Dios, los curas no se casan por que se consagran a Dios, La Iglesia no deja a las mujeres ser sacerdotes por qué Cristo no hizo sacerdote a las mujeres, etc.
Si al final lo que el mundo quiere es: que la pobreza material se acabe por que les da pena (cosa mundana), que los curas se casen para que la libertad sea primero que el amor a Dios, que las mujeres sean sacerdotes para que haya igualdad entre hombres y mujeres, cosa mundana también. Vanidades, pura vanidad.
El Cielo es más lindo, más grande que estas intenciones, ¡que son buenas! En sí son buenas, pero no dan con lo “más bueno”: es más bueno que Dios reine dignamente, y que se le reconozca su grandeza, es mucho más bueno que un ser humano se “case” con Dios que con otro ser humano, y es mucho más bueno que el hombre y la mujer tengan cada uno su función en el plan salvífico.

Estos saduceos niegan la Resurrección, por que son mundanos. Los actuales saduceos, niegan las verdades de fe por que también son mundanos.
Por mucho que traten de “pillar” (sorprender) a cristo o a nosotros los cristianos, no van a poder, siempre que respondamos con la verdad de Cristo.

Otro tema que se extrae de este Evangelio es el de la importancia de formarse, sobre todo en la Palabra de Dios. Es bueno formarse filosóficamente, teológicamente, saber Liturgia, Pastoral, Moral, etc, peor lo mejor de lo mejor es saber qué dijo Dios: La Palabra, la Biblia, los Evangelios.
Cristo los mata con la respuesta, por que conocía el Evangelio mejor que nadie: Él era el Evangelio realizado. Por eso hasta los saduceos tontos estos le dicen, antes de preguntarle, “Maestro”.

Al final del Evangelio se puede apreciar la respuesta divina. Primero les da una respuesta magistral (de un Maestro), como de un “sabio humano”, peor al final les da una respuesta de un sabio divino, de un Dios hablando, les dice: “por que Él no es un Dios de muertos, sino de vivos, todos, en efecto, viven para él”
Aterrador escuchar al Hijo de Dios zanjando el problema casero de los derechos de la viuda con una frase como ésta: Él es el Dios de la vida, no de la muerte. En ese minuto debe haber tronado en ese lugar, se debe haber nublado: Dios ha dicho.
Nosotros tenemos que ser así, como Cristo: conocer al detalle la Escritura, peor también estar muy unidos a Dios hasta el punto de conocerlo en lo íntimo, y llegar a decir con tanta certeza y seguridad que Él es el Dios de los vivos, no de los muertos. ¿Estamos tan seguros de eso? ¿Estamos tan seguros y convencidos de la Resurrección?...¿somos como Cristo o somos más saduceos?

C.M.

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