sábado, 18 de octubre de 2008

XXIX Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A - 19 de Octubre de 2008, San Pablo de la Cruz

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 22, 15-21

En aquel tiempo:
Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?»
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tendéis una trampa? Mostradme la moneda con que pagáis el impuesto».
Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?»
Le respondieron: «Del César».
Jesús les dijo: «Dad al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios».

Palabra del Señor.


Este Evangelio resume toda la política católica. Todo el actuar de un católico en el ámbito social, ese ámbito que es todo lo que no es la intimidad personal con Dios. Asi es, todo lo que no es diálogo directo, íntimo, piadoso con Dios, o los Santos, en fin, toda actividad propiamente “religiosa” (de re-ligar el alma a su Creador y Señor) es tan sólo una parte de la vida cristiana, pues todo lo demás se encuentra en el ámbito de “lo social” o “lo político”. En el fondo, la vida habitual, normal, corriente y ordinaria de todo creyente.
Acá se encuentra la realeza de Cristo sobre todas las cosas: no las confunde, sino que las distingue: distinguir para unir decían los filósofos medievales. Lo del César es “lo social”, y “lo de Dios”, es la vida religiosa nuestra.
Es uno de los evangelios más conocidos y al mismo tiempo más mal entendidos, por no considerar ciertas sutilezas que exige su exégesis.
Veamos algunos errores frecuentes.

Dice el Padre Castellani: “Los democristianos, por ejemplo, creen que hay que darse por entero al César; es decir, a la política. Se meten a salvar a las naciones, por medio de la política, antes de salvarse a sí mismos.”

Al César hay que darle lo que le corresponde: la moneda, no el alma. Muchos le entregan al “César” su alma, cuando se meten en política, mezclando política y fe, pero entregándole a la política su fe civil, como los judíos, que se daban en cuerpo y alma a la política, por eso convivían muy bien con los romanos y no encontraban en ellos persecuciones como la encontró Cristo y los mártires.
La política no es algo religioso, y menos cuando es pagana, pero distinto es hacer divino lo pagano, como fue el ideal medieval de la Cristiandad. En no pocos casos se hace pagano lo divino, cuando se tiene esta confusión.

El cristiano debe obedecer toda autoridad, pues como dice San Pablo “toda autoridad viene de Dios”. Debemos obedecer, incluso aquella autoridad no cristiana. Pero esta obediencia tiene un límite: la tiranía. El mismo San Juan Crisóstomo lo dice: “Tú, empero, cuando oigas: da al César lo que es del César, sabe que únicamente dice el Salvador aquello que no se opone a la piedad; porque si hubiese algo de esto, no constituirá un tributo del César, sino del diablo. Y después, para que no digan: Nos sometes a los hombres, añade: Y a Dios lo que es de Dios”
Y esta última frase que añade Nuestro Señor, significa lo que dice muy bien San Hilario: “Debemos pagar también a Dios lo que es de él, esto es, el cuerpo, el alma y la voluntad. La moneda del César está hecha en el oro, en donde se encuentra grabado, su imagen: la moneda de Dios es el hombre, en quien se encuentra figurada la imagen de Dios: por lo tanto dad vuestras riquezas al César, y guardad la conciencia de vuestra inocencia para Dios.”

La pregunta capciosa presentada a propósito de la incompatibilidad de pagar el tributo al César y reconocer el supremo dominio de Dios sobre Israel, quedó desvanecida. Fue una de estas enseñanzas definitivas de Jesucristo con una gran repercusión social-estatal.
CM
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