viernes, 20 de marzo de 2009

Cuarto Domingo de Cuaresma - Ciclo B - 22 de Marzo de 2009

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 3, 14-21

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor

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Compartimos con ustedes las reflexiones de San Cirilo de Jerusalén:

Motivo de gloria para la Iglesia es cualquier acción de Cristo, pero entre todas sus acciones sobresale, sin duda, la cruz. Así lo afirma claramente san Pablo cuando dice: "Lejos de mí el gloriarme en otra cosa que en la cruz de Cristo". La cruz ha sido la que iluminó a cuantos estaban ciegos por la ignorancia, y la que soltó a cuantos estaban presos en sus pecados, y la que, finalmente, redimió a todos los hombres del mundo. Y no te cause admiración el que todo el mundo haya sido redimido, pues no era un puro hombre el que moría, sino el mismo Unigénito de Dios.

El pecado de un solo hombre, Adán, pudo acarrear la muerte a todo hombre. Si por la caída de uno solo, la muerte llegó a reinar en el mundo, ¿por qué no ha de imperar igualmente la vida por la justicia dé otro? Y si el fruto del árbol fue causa de la expulsión del paraíso para nuestros padres, ¿con cuánta mayor razón no han de ingresar de nuevo, por medio del leño de la cruz, los que crean en Jesús? Si el primer hombre, que fue formado del barro de la tierra, introdujo primera muerte para todos en el mundo, ¿cómo el que es la Vida misma, y el que hizo al hombre, no ha de poder traernos la vida?

No nos avergoncemos de la cruz del Salvador, antes bien, gloriémonos en ella. Porque el mismo vocablo de cruz, a los judíos les sirve de escándalo, a los gentiles de irrisión y a nosotros de salvación. Y ciertamente, para aquellos que se pierden es una locura, mas para los que se han de salvar es una fuerza de Dios. Porque no es un puro hombre el que por nosotros moría, sino el mismo Hijo de Dios. Y así como aquel cordero que mandó matar Moisés apartaba al ángel exterminador, así el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, con mucha más eficacia nos libra del pecado. Y si la sangre de una oveja, que es un animal irracional, podía traer la salvación, ¿la sangre del Unigénito de Dios no la habría de conseguir mejor?

Yo proclamo la cruz del Salvador, porque confieso su resurrección: si Cristo crucificado hubiese quedado en la cruz, quizá no me hubiese atrevido a confesar su crucifixión, y la hubiera ocultado juntamente con mi Maestro, mas como su resurrección siguió a su cruz, no me importa nada publicarla.

Fue crucificado revestido de la misma carne que nosotros, pero no con los mismos pecados. Tampoco fue la avaricia la que lo llevó a la muerte ya que él nada poseía; ni la incontinencia, porque él había enseñado que todo aquel que mira a una mujer con mal deseo ya pecó en su corazón. Tampoco fue condenado por arrogancia porque pegase a otro, porque él mismo presentó la otra mejilla al que lo abofeteó: Ni por haber despreciado la ley porque él era el primero en cumplirla. Ni por haber ultrajado a los Profetas porque él era el anunciado por ellos. Ni por lucro o por fraude porque él curaba a todos gratis.

¿Quieres todavía persuadirte mejor de que fue espontáneamente a su pasión? El ya había predicho su pasión: "He aquí que el Hijo del Hombre va a ser entregado para que le crucifiquen". ¿Sabes por qué el que tanto amaba a los hombres no huyó de la muerte? Para que el mundo entero no pereciera por sus pecados. "He aquí que subimos a Jerusalén y el Hijo del Hombre será entregado y crucificado". Y dice Lucas: "Tomó la resolución de subir a Jerusalén".

No dejó la vida como obligado, sino que la entregó voluntariamente. Oye lo que dice: "Tengo poder para entregar mi vida y para tomarla de nuevo". Así que se encaminó libremente a la pasión, gozoso de la gran obra, y alegrándose por el premio y por la salvación de los hombres que había de conseguir; y no se avergonzó de la cruz porque con ella daría la salvación al mundo. Y el que sufría no era un puro hombre sino el mismo Dios encarnado que iba a combatir por el premio de la obediencia.

Que la cruz no te sirva de alegría solamente en tiempo de paz; sino ten en ella la misma fe en tiempo de persecución; no sea que en tiempo de paz quieras ser amigo de Jesús, y en tiempo de guerra, enemigo.

Ahora recibes el perdón de los pecados y los dones magníficos del Espíritu Santo; cuando venga el momento de la pelea, acuérdate que debes luchar valientemente por tu Rey. Jesús, que no había pecado, fue crucificado por ti, ¿y tú no te crucificarás por aquél que quiso ser crucificado por ti? No eres tú quien demuestras primero el fervor, sino que, lo recibiste de él; y lo que haces es devolver simplemente la deuda a aquél que fue crucificado en el Gólgota.

Extendió las manos en la cruz para abarcar los confines de la tierra, ya que este Gólgota es el centro de la tierra. Y esto que yo digo no es cosa mía sino del Profeta: "Obró la salvación en “el medio de la tierra". Extendió sus manos, aquellas mismas con las que antes había creado el firmamento, y fueron clavadas con clavos para que cuando moría su humanidad, que se había cargado con los pecados de los hombres, el pecado muriese con ella, y nosotros pudiésemos resucitar en la justicia. Porque, según está escrito, la muerte entró por un hombre y la vida por otro; es decir, por un Salvador que aceptó voluntariamente la muerte según aquello de lo que supongo os acordáis: "Tengo poder de dejar mi vida y de tomarla de nuevo".

No te avergüences tú del crucificado, sino más bien di con confianza: El llevó nuestros pecados y sufrió por nosotros, consiguiendo de este modo nuestra curación; por lo tanto, no seamos desagradecidos. Y de nuevo: "Por los pecados de mi pueblo fue llevado a la muerte..." Y el mismo san Pablo dice: "Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, y fue sepultado y resucitó, según las mismas Escrituras".


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CM

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